En primera persona - Nadar con tiburones ballena

Yo no sabía nada sobre el tiburón ballena cuando la oportunidad de meterme en el agua con este animal se cruzó en mi camino en junio de 2012, cuando visité Cancún por segunda vez. Intento vivir bajo el lema “en esta vida hay que probarlo todo al menos una vez”, pero he de reconocer que la expresión de mi cara cuando me propusieron el tour no fue de ilusión inmediata. Sí te encuentras de visita en Playa del Carmen también podrás nadar con el tiburón Ballena.

Para mí la palabra tiburón era sinónimo de peligro y poner un pie en el agua para meterme con ellos era simplemente un NO rotundo, pero mis amigos me animaron para hacerlo porque era una oportunidad única.

Antes de montarnos en el barco, el equipo de expertos te da un briefing con más información sobre el animal que con suerte vas a ver:

Cada año, entre los meses de mayo y septiembre, este espectacular animal llega a costas del Caribe mexicano
Es el pez más grande del mundo y puede llegar a medir 18 metros
Se alimentan mediante un mecanismo de filtración del agua para succionar plancton, fitoplancton, necton, macro algas y krill, que es en lo que consiste su dieta.
Esta especie, a pesar de su enorme tamaño, no supone ningún peligro para el ser humano. (¡eso quería escuchar!)
El comandante Cousteau lo vio únicamente dos veces en su vida
El tiburón ballena es el objetivo de la pesca artesanal y de la industria pesquera en varias zonas costeras donde se deja ver ocasionalmente, lo que ha convertido en una especie en estado vulnerable
Los tiburones ballena son animales vivíparos y a veces puede verse a sus crías nadando con los mayores

Se aconseja utilizar protector solar biodegradable, porque el tiburón ballena se alimenta filtrando el agua para poder obtener plancton. No es difícil imaginar que si contaminamos el agua con nuestros protectores solares, el tiburón terminará incorporando químicos a su dieta.

Así que con unas condiciones climatológicas favorables y mis pastillas anti mareo a mano, nos embarcamos en busca del tiburón ballena. Los nervios iban a más conforme nos acercábamos a la zona en la que se solían ver.

Desde el principio te dicen que el avistamiento no se garantiza al 100%, pues se trata de ver animales en libertad en mar abierto y claramente, ellos no están esperando nuestra llegada.

Así que con los dedos cruzados y el equipo de snorkel a mano, el barco comenzó a reducir la velocidad… Y allí estaba, una enorme sombra negra cerca de la superficie que de vez en cuando asomaba una boca gigante, absorbía y se volvía a meter para nadar un poco más.

Imposible describir lo que sientes cuando te lanzas al agua, metes la cabeza con las gafas puestas y ves a ese pez gigante nadando tan cerca de ti. Luchaba por nadar al ritmo del tiburón, que se movía de forma majestuosa, muy lentamente. En cuanto llegaba a su altura, me quedaba embobada mirando y entonces tenía que volver a remar.

Este “gentil gigante” hace honor a su apodo, porque realmente parece ni darse cuenta que estas nadando a su lado. Todos nosotros sabíamos que no podíamos acercarnos demasiado, pues hay que dejarle su espacio vital, pero a pesar de ello el pez parecía seguir su rutina como si nada estuviese pasando. Probablemente es más interesante para nosotros verlo a él, que para él vernos a nosotros.

Conseguimos hacer alguna foto que otra, pero todas un desastre porque estábamos muy excitados e intentando no quedarnos atrás. Yo recomiendo que se viva esta experiencia y se olviden de fotografías. Al fin y al cabo, es un momento único en la vida y los mejores recuerdos son los que se forman con sensaciones e imágenes visuales.

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